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Los pasos de Neruda por Capri

Conocida por su lujo y ser el destino italiano preferido de decenas de famosos internacionales, Capri no sólo es glamour. Hace más de 65 años, la isla también fue el hogar del poeta chileno Pablo Neruda, donde escribió dos libros y vivió intensamente su amor con Matilde Urrutia. La calle que acogió al poeta, hoy es una de las más transitadas por sus turistas, dando como destino final a una de las mejores vistas y playa privada del lugar.

“Todo parecía un sueño. Y cuando llegué a Capri, en compañía de Matilde Urrutia, de Matilde, la sensación irreal de los sueños se hizo más grande”, así relata Pablo Neruda, en el libro Confieso que he vivido, sus primeras horas en la isla de Capri, Italia, en 1952. El poeta, que había recibido una invitación de Erwin Cerio —conocido escritor e historiador del lugar—, se alojó en una de sus villas tras sufrir un fallido intento de expulsión desde Italia. “Venga, lo espero en Capri. Tengo un chalet listo para acogerlo. Allí estará tranquilo, podrá terminar su libro y descansar”, decía el telegrama que lo llevó a la isla.
 
Neruda cuenta, a través de sus cartas y poemas, que llegó una noche de invierno al puerto de Capri. Allí, en medio de la oscuridad, pudo apreciar las sombras del mar, su color turquesa y el silencio que rondaba en el lugar. 70 años más tarde, ese silencio se ha visto interrumpido por las largas filas de turistas que se forman para subir y bajar de ferrys, yates y barcos, dejando atrás esos días donde la isla entregaba anonimato y silencio. Pero lo que aún no se borra es el paso del poeta por una de sus estrechas calles, conmemorado por placas que guían hacia los farallones de Capri —una de sus mayores atracciones— junto con el mejor mirador y la playa privada más cotizada del lugar: La Fontelina.
 

Matilde Urrutia y Pablo Neruda en Capri. © Archivo Fundación Pablo Neruda


Bienvenidos a casa


Una de las formas más fáciles de llegar a Capri es en ferry desde Sorrento y Nápoles, un viaje que dura aproximadamente una hora. Cada día, en temporada alta, miles de turistas descienden en el puerto principal. Al mismo tiempo, mientras algunos comienzan su travesía por la isla, se forman largas filas de viajeros que esperan abordar los mismos ferrys de llegada, para volver a las ciudades italianas.
 
Una de las postales que da el lugar son los taxis blancos descapotables, esperando que algún visitante pague los 20 euros que cuesta el traslado mínimo a la plaza principal, a través de sus zigzagueantes subidas. Algunos también hacen traslados a distintos hoteles, la mayoría de lujo y por un precio mucho más elevado. Otra opción, y la más utilizada, es comprar un ticket de ida y vuelta, por 4 euros, en funicular. Al bajar de él, se puede apreciar la primera vista en altura de la isla. A lo lejos se pueden ver las casas blancas, construidas una sobre las otras, en las colinas más altas, sobresaliendo de los acantilados. 
 
En ese mismo espacio donde hoy se encuentran los taxis, una carreta con caballos esperaba a Pablo Neruda y a Matilde Urrutia para llevarlos a la Piazza Umberto I, el principal punto de encuentro al interior de la isla. “La llegada a la plaza nos hizo exclamar al unísono: ‘¡Qué belleza!’ Esta plaza parecía un escenario para representar una obra con ambiente mágico”, relata Urrutia en su libro Mi vida junto a Pablo Neruda. Desde el funicular, por la Vía Roma, se llega a la plaza que da inicio a calles angostas. Una de ellas es Vía Vittorio Emanuele, la que destaca por poseer grandes marcas de lujos tales como Moschino, Gucci, Channel, Salvatore Ferragamo, Dior, entre otras. La mayoría con prendas exclusivas y diseñadas para venderse solo en Capri.
 
Al terminar las tiendas, el camino se conecta con Vía Camerelle, otra concurrida calle comercial, pero esta vez con joyerías y perfumerías. En medio de todo, el restaurante Le Camerelle irrumpe con sus manteles y banderas blancas, junto con las coloridas mesas hechas de mosaico que están en la terraza. La mayoría de sus trabajadores habla inglés, pero Pablo Castillo (38) destaca al conectar con todos los turistas de habla hispana. Pablo es de Perú y llegó a trabajar a la isla hace más de siete años. Durante la temporada en que el restaurante está cerrado, viaja a Nápoles para continuar con sus trabajos en otros restaurantes. Conoce cada esquina de Capri y es honesto en recomendar los mejores platos de la carta, los que coinciden con no ser los más caros. Ese día sugiere los gnocchi caseros, hechos durante la mañana, por unos 10 euros. Cabe destacar que el restaurante también es concurrido por famosos, pero éste no exhibe las fotografías, como lo hacen la mayoría de los otros lugares. Acá sus visitantes no encontrarán imágenes de Sylvester Stallone, quien al parecer comió en todos los restaurantes de la isla y posó para cada una de las instantáneas que le tomaron.
 
Al seguir el camino, Vía Tragara se convierte en la estrecha calle que Neruda recorrió durante seis meses. A la derecha, las casas con vista hacia la costa se unen con las altas paredes de ladrillos que forman las casas del lado izquierdo, gracias a las puntas de sus altos árboles. Esta unión crea un estrecho pasillo sombrío que termina en una ancha puerta de madera con el número 19. Una placa de mármol indica “Lo Studio”, la casa de Erwin Cerio.
 
Un par de metros más adelante, a la derecha, la primera casa blanca con numeración 16 y una placa de cerámica con letra manuscrita indica que es la villa La Gentilina. El hogar de Neruda y Urrutia. “Disponga usted de esta casa. Aquí estará tranquilo”, le comentó Erwin Cerio a la pareja en esos años, en el living del nuevo hogar con la chimenea encendida. A la mañana siguiente, la pareja se daría cuenta de la vista privilegiada que tendría.
 
Neruda cuenta que, al principio, en señal de respeto, Cerio no los visitaba y solo enviaba mensajes escritos a mano con noticias o consejos, siempre acompañados de alguna hoja o flor de su jardín. Por otro lado, Matilde Urrutia cuenta, a través de cartas, que estaba feliz de poder compartir con su amado y de por fin haber encontrado un hogar que les daría paz. “En este momento mi corazón late con fuerza. El hombre más amado y más admirado por mí me hace entrar en sus brazos, soy su novia, su esposa. Tengo delante mío el homenaje del gran escritor y patriarca de Capri, Erwin Cerio. En este momento, yo me siento una pequeñita chillaneja provinciana que comienza a romper el cascarón”.

 
Un barco sin capitán


Neruda y Urrutia vivían su amor con intensidad. Ambos paseaban diariamente a pie por la isla, recorriendo parte de Anacapri, el otro extremo de la isla. “Este Capri recóndito, al que uno entra sólo después de largo peregrinaje y cuando ya la etiqueta de turista se le ha caído de la ropa, este Capri popular de rocas y minúsculas viñas, de gente modesta, trabajadora, esencial, tiene un encanto absorbente”, escribió el poeta.
 
Y fue en esa misma casa que Neruda le juró a Urrutia su amor eterno, esperando la luna llena para pedirle matrimonio. Un joyero del pueblo les hizo un anillo que decía en su interior: “Capri, 3 de mayo, 1952, Su Capitán”. Este amor que sentía el poeta lo ayudó a inspirarse para escribir sus obras Los versos del capitán y Las uvas y el viento. El primer libro lo publicó de forma anónima y el mismo Neruda explicaría sus razones: no quería que esos poemas le hicieran daño a su esposa, de quien aún no se separaba. “Delia del Carril, pasajera suavísima, hilo de acero y miel que ató mis manos en los años sonoros, fue para mí durante dieciocho años una ejemplar compañera. Este libro, de pasión brusca y ardiente, iba a llegar como una piedra lanzada sobre su tierna estructura. Fueron esas y no otras las razones profundas, personales, respetables, de mi anonimato”.
 
Su amigo, el pintor Paolo Ricci, lo motivó a publicar sus trabajos, los que finalmente logró gracias al apoyo del Partido Comunista Italiano, junto a otros escritores. Diez años después, cuando el libro ya había tomado fuerza y era conocido, Neruda reconoció su autoría. Finalmente, Los versos del capitán eran firmados por su propio capitán. 
 

Reina de roca


Al comienzo de la calle Vía Tragara, una placa hecha de cerámica y pintada a mano, certifican que Erwin Cerio dio hospedaje al poeta donde escribió sus dos libros. Con esas palabras se da comienzo al recorrido que en 500 metros más termina en el mirador Tragara.
 
La vista da lugar a un antiguo y precario puerto de Capri, donde hoy sólo se realizan tours cerca de los farallones. También se pueden ver en el fondo del mar, decenas de yates que paran para aprovechar las turquesas aguas y la mejor vista de la isla. Tal como lo hacen recurrentemente personajes internacionales como el diseñador Valentino Garavani, junto a la actriz Gwyneth Paltrow, o el clan de la familia Kardashian. Además, el lugar ha sido cientos de veces la locación perfecta para portadas de revistas, películas y comerciales. El más conocido es el de la marca Dolce & Gabbana con los modelos David Gandy y Bianca Balti. 
 
También impactan a primera vista los farallones: cuatro torres gigantescas de roca que pertenecen al mismo macizo de la isla, pero que la naturaleza se ha encargado de separar. El mirador cuenta con cuatro bancas que permiten a sus visitantes apreciar el horizonte y, quizás, tomarse la típica selfie. Luego, en el mismo lugar —a espaldas del mirador— se impone un gran edificio naranjo que sobresale: el hotel de lujo de cinco estrellas Punta Tragar.

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El mirador se conecta con un sendero pavimentado que llega hasta la parte más baja, a la altura del mar que rodea la isla. Ahí se encuentra La Fontelina, una de las playas privadas más cotizadas. Con sus piscinas naturales, que sólo tienen la intervención del hombre para colocar una escalera metálica, que facilita su entrada y salida, cada verano atrae a más personas. La entrada tiene un costo de 50 euros y da derecho a un vestidor, ducha y reposera. El resto, como las toallas y quitasol, se deben pagar aparte. El lugar también cuenta con un exclusivo restaurante, bajo el mismo nombre, creado en 1949. Pero fue en la época del 60 que el lugar ganó relevancia y el apodo de “el corazón de Capri”, comenzando a ser visitado cada año por grandes estrellas del cine como Brigitte Bardot, Michael Caine, Sophia Loren y Clark Gable. En el último tiempo, la exclusiva playa tampoco estuvo exenta de grandes visitas como Steven Tyler y Alessandra Ambrossio.
 
Para conseguir un sitio entre las rocas de la playa privada, se debe llegar bastante temprano. Después de las 12:30 es muy difícil conseguir un espacio disponible, en especial si son grupos de más de 4 personas. Y así lo hizo Emma Sanders (54), mujer oriunda de Texas, Estados Unidos, la que relata que intenta visitar la isla, por lo menos, una vez al año. “Es el lugar ideal para descansar. Algo tiene la isla, que no sé qué es, que nos obliga a volver con mi marido”, comenta bajo el sol, con un Aperol Spritz en mano, soportando los más de 30 grados.
 
Son las siete de la tarde y el atardecer se hace presente en La Fontelina. El sol, automáticamente, se convierte en una señal para los trabajadores, quienes rápidamente comienzan a cerrar sus quitasoles y guardar las reposeras. También recogen las cientos de copas, botellas de champagne y algunas cervezas que tomaron los visitantes. Ahora, la vista y el atardecer le pertenece solo a los que están en sus yates en el mar.
 
Mientras Emma Sanders sube el sendero hacia Punta Tragar, su hotel, cuenta que conoce Chile. Su hija estudió cerca de tres años en la Universidad Católica. Dice estar enamorada del sur, especialmente de Chiloé, pero que tampoco deja atrás San Pedro de Atacama.
 
Al llegar a la puerta de su hotel, Emma señala una placa de color café, ubicada sobre unas rocas. “Capri —reina de roca— en tu vestido de color amaranto y azucena viví desarrollando la dicha y el dolor — La viña llena de radiantes racimos que conquisté en la tierra”. El texto pertenece al poeta Pablo Neruda.
 
—¿Reconoces al autor?
—Claro, sería imposible no saber quién es. Pablo Neruda —responde Sanders con un castellano bien maltratado.
 
Mientras Emma observa el entorno, suspira y responde la pregunta que se hizo hace un par de horas: “Quizás es esto lo que me hace volver cada año. Es la historia de esta isla, la que nunca terminas de conocer”.


 
Dónde comer:
Le Camerelle
Via Camerelle, 81
www.camerelle.it / ristorante@lecamerelle.it
Tel. +39 081 837 8677
 
La Fontelina

Faraglioni 80073, Capri.
www.fontelina-capri.com / info@fontelina-capri.com
Tel. +39 081 8370845 / +39 081 837 4642
 
Dónde dormir:
Punta Tragara
Via Tragara, 57, Capri
www.hoteltragara.com / info@hoteltragara.it
Tel. +39 081 8370844

Neruda y matilde urrutia
Matilde Urrutia y Pablo Neruda en Capri. © Archivo Fundación Pablo Neruda

Jardines de Augusto
Jardines de Augusto, en Capri. © Gary Along

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Marina Grande, en Capri.

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Creado el

July 4, 2023