En tiempos donde cada casa de moda intenta sorprender con locaciones más opulentas que la anterior, Chanel decidió hacer lo contrario: ir hacia abajo. Literalmente. La maison convirtió una estación del metro neoyorquino en una pasarela impecable, llena de luces frías, grafitis estilizados y pantallas que proyectaban el corto especialmente creado para la colección. Un contraste visual entre el lujo más pulido y la energía cruda del transporte público más emblemático del mundo.

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El cortometraje fue uno de los elementos más comentados del evento. Dirigido con estética noir contemporánea, muestra a A$AP Rocky como un anti-héroe urbano que se cruza con Margaret Qualley, mezclando danza, misterio y estilo en un relato que combina humor y deseo al ritmo del metro. El film funciona como prólogo del desfile y también como declaración estética: Chanel quiere hablar el idioma de la calle sin perder su elegancia histórica.

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La colección 2025 desfiló entre rieles, vagones intervenidos y público situado en bancos metálicos. Tweeds reinterpretados, chaquetas gráficas en blanco y negro, vestidos columna con aplicaciones metálicas y bolsos que parecían diseñados precisamente para una noche en Manhattan. La paleta osciló entre el clásico negro Chanel, tonos cemento, toques de cherry red y acentos plateados que dialogaban con la infraestructura del metro.

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Entre los mejores looks sobre la pasarela, destacaron:

- Un traje de dos piezas en tweed plateado con botas altas negras, futurista pero profundamente Chanel.

- Un vestido mini de corte recto con mosaicos brillantes que evocaban la señalética del subway.

- Las chaquetas oversized con hombros marcados y cierres industriales, combinadas con joyería XL.

- Los vestidos largos de caída líquida metalizada, creando un efecto cinematográfico bajo las luces frías.

- El look final: un abrigo negro estructurado con interior rojo encendido, una silueta poderosa que resonó como un homenaje al cine noir neoyorquino.

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El público también brilló. Entre los invitados más comentados estuvieron A$AP Rocky con un traje negro minimalista reinterpretado con joyería masculina oversized; Margaret Qualley, en un vestido Chanel blanco con aplicaciones de cristal; Zoë Kravitz, en un look total black de corte impecable; y Jennie de BLACKPINK, que llegó en uno de los outfits más fotografiados de la noche: minifalda de tweed, top estructurado y una chaqueta cropped que encendió las redes sociales.

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La pregunta final es inevitable: ¿por qué este desfile resaltó en un mundo donde todos compiten por llamar la atención? Porque Chanel entendió que el espectáculo ya no está en la exageración, sino en la coherencia conceptual. Transformar un lugar cotidiano y caótico en un templo del lujo no requiere explosiones ni drones: requiere narrativa. Aquí, la maison hiló moda, cine y ciudad con una precisión quirúrgica. La estética del metro, el corto con Rocky y Qualley, la colección inspirada en la vida urbana y los gestos teatrales exactos lograron un equilibrio perfecto entre sofisticación y cultura pop.

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En un año donde casi todos intentaron ser estridentes, Chanel fue inteligente: convertir lo ordinario en extraordinario. Y ese es un lujo que muy pocas marcas pueden ejecutar tan bien.

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