Coliving: ¿Todo junto, en todas partes y al mismo tiempo?
Algo así nos imaginamos cuando nos hablan del coliving actual, ese que parece nuevo pero que en realidad rescata formas antiguas de vivir, donde lo colectivo toma fuerza. Pero ojo, también puede transformarse en una tendencia inmobiliaria que divide en vez de unir.
Vivir aclanados no es algo nuevo en Chile. Los de la Generación X alcanzamos a ver o, al menos, a oír sobre esta manera de habitar en la que los abuelos se quedaban en la casa de sus hijos, siendo parte de la crianza de los nietos y estando acompañados en la vejez. O donde el primo, la tía o la sobrina también podían convivir con la familia nuclear de algún pariente. Lo que ocurrió es que en algún momento esta manera de vivir empezó a ser reemplazada por otras formas. Al igual que en el resto del mundo, la sobrevaloración del individuo puso en el centro la autonomía y la independencia.
Sin embargo, por distintas razones, estamos volviendo a valorar el vivir “achoclonados”. Las viviendas se han encarecido, la vida se ha alargado, los matrimonios han disminuido al mismo tiempo que han aumentado las separaciones, padres y madres trabajan mientras los más viejos necesitan cariño y cuidados, los niños y niñas también, quienes se separan no quieren estar lejos de sus hijos y los jóvenes profesionales no acceden a la casa propia como lo hacían las generaciones anteriores, porque no quieren y también porque no pueden, ya que la estabilidad dejó de ser una meta y se ha hecho más y más difícil adquirir un inmueble.
Así como se extendió el fenómeno del cowork para abaratar los costos de mantención y arriendo de una oficina, además de promover el networking entre profesionales complementarios, la vuelta al clan hoy se llama co-living. Según ArchDaily -el sitio web sobre arquitectura más visitado del mundo- el término nació en los 70´ bajo el nombre de co-housing, en Dinamarca, donde se instaló la primera comunidad de convivencia llamada Sættedammen, que reunía a 60 adultos y 20 niños en 35 hogares, en torno actividades, cenas y celebraciones comunes. Otros dicen que el coliving nació en Silicon Valley como una extensión del trabajo colaborativo, para agrupar a creativos y jóvenes emprendedores.
De esta forma, hoy estamos frente a un fenómeno que desafía a la arquitectura a replantearse el diseño de la vivienda y al resto de nosotros, a repensar las formas en las que queremos relacionarnos. Vivimos tiempos complejos, cambiantes, inciertos, volátiles y parece que, más temprano que tarde, necesitaremos cuidarnos entre todos. Por ahora, el mercado inmobiliario está pendiente y ya comienza a desarrollar nuevas ofertas para consumidores que han renovado sus expectativas sobre el habitar.
Para Martin Schmidt, director de Martin Schmidt Radic Arquitectos Asociados, esta tendencia podría cambiar completamente la forma en que vivimos, no solo en los edificios, sino también en la ciudad “el desafío principal es readecuar infraestructura existente. No podemos seguir tirando edificios para construir otros en los mismos lugares. Hay mucho edificio de oficinas -porque también esto va aparejado a que la gente trabaje desde sus casas, pues los coliving tienen espacios de trabajo comunitario- que podemos utilizar para la vivienda o para un uso mixto, más eficiente (...) no puede ser, por ejemplo, que el centro de Santiago quede despoblado en la noche y se convierta en un lugar inseguro a esa hora porque ahí no vive tanta gente”, señala.
¿Comunidad on demand?
Muchas de las ofertas se están centrando en reunir a quienes comparten estilos de vida, como el Haven Co-living de California, una comunidad de bienestar con sala de yoga, clases de respiración y una tribu que quiere “vivir diferente”; o el Draper Startup House, que dispone de espacios de vida en común para emprendedores alrededor del mundo, que “te conectan con nuevas oportunidades e inspiración mutua para innovar”.
¿El peligro? Las personas somos diversas y las sociedades también. Esa es la gracia. Sin embargo, si nos agrupamos solo con personas iguales a nosotros esa diversidad queda fuera de nuestra vista y los grupos sociales dejan de encontrarse. Un mundo así es similar al de las redes sociales, donde los algoritmos te hacen match con quienes refuerzan tus puntos de vista y te hacen creer que tienes la razón, que son los otros los equivocados. Si llevamos esto a la vivienda, caemos en la gentrificación y la división social, transformando también los espacios públicos aledaños, convirtiendo a la ciudad en un gran mercado estratificado según categorías de marketing.
Pero, por supuesto, esta vuelta a la vivienda “extendida” no tiene por qué ser distópica. El coliving contribuye con la densificación de la ciudad y amortigua el aumento de los precios inmobiliarios. Además, otorga un alojamiento flexible para las nuevas generaciones, que tienen un estilo de vida más nómade. También, ofrece espacios más amistosos para quienes buscan evitar la soledad -sensación que creció tras la pandemia-, lo que incluye a las personas mayores, que quedan protegidas del abandono y el aislamiento bajo este concepto. En una casa grande habitada por distintas familias, los residentes pueden compartir los sistemas de agua, la cocina y otros servicios.
Y aunque según Carolina Burgos, socióloga de TecoGroup, este tipo de convivencia será difícil de instalar en Chile, ya que “puede ir permeando por lo caro del costo de la vida, pero en Chile todavía existe una aspiración muy fuerte relacionada con tener una casa propia, con el espacio de habitabilidad”, los factores que promueven el cambio parecen fuertes.
Entre los desafíos se encuentran los temas regulatorios, en los que según Martin Schmidt ya hay cierta apertura “hay algunos municipios que están abriéndose a esto, como el caso específico de Santiago que hoy está permitiendo un grado de flexibilidad para que vuelva a repoblarse con viviendas (...) Con esta idea del coliving y de regulaciones más flexibles se repueblan los centros históricos, se llenan de vida”, indica. Si la tendencia se masifica, las posibilidades son variadas. Lo importante será considerar también los riesgos, para que no terminemos todos separados viviendo en guetos creados a nuestra imagen y semejanza, sino que, más bien, compartiendo una ciudad y una vida que necesita de lo colectivo.
June 16, 2023