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Cuando bailar está por las nubes

Aspirábamos a economías más inspiradas en los aspectos colaborativos de la naturaleza, tan congruentes con los orígenes de las comunidades en torno a la música electrónica bailable; pero reflota la sobrevivencia del más fuerte, o del más grande en el caso de la venta de tickets. ¿Cómo ha incidido la demanda por eventos en escena del dance? ¿Cómo ha afectado a promotores y clubes? ¿Cómo contribuye a alejar al público de la pista?

No hace mucho hablamos del auge post pandémico de los eventos musicales, de cómo los chilenos nos llevamos una expresión anglosajona nueva cuando lo que queríamos era comprar entradas y ahora todos sabemos qué significa que un evento esté sold out

Entonces apuntábamos al fenómeno desde la perspectiva del público, los compradores, las filas virtuales y los nuevos sistemas de compra; ¿pero cómo ha afectado a promotores de eventos, a los dueños de clubes y bookers en general?

Un artículo publicado a comienzos de junio por Resident Advisor propone una revisión a este nuevo escenario y señala un hecho indiscutible: “Sobre el papel, un salario más alto para los artistas es una propuesta razonable, especialmente después de años de cierres, prohibiciones de bailar y aumentos en el costo de la vida. Pero cualquier ganancia de este aumento reciente inevitablemente beneficiará de manera desproporcionada a los nombres en los tickets más costosos y sus principales agencias. En el lado perdedor están los clubes y promotores más pequeños, y sus clientes, particularmente fuera de Europa occidental, Australia y los EE. UU.”.

Tomorrowland recibe a alrededor de 400 mil personas.

Cualquier productora (grande o pequeña) que anuncie el line-up de un evento va a recibir críticas sobre su selección y sugerencias de los fans. Es algo completamente normal, e incluso deseable como feedback, en la era de las redes sociales. Pero, más allá de las líneas curatoriales y las audiencias específicas de cada promotor, hay hechos más relacionados a la economía pura y dura influyendo en estas decisiones. Solo por nombrar los más evidentes, la inflación, la inestabilidad económica global y el aumento de los costos de los vuelos son factores que inciden poderosamente, que no dan señales de cambiar y que pueden terminar dañando la diversidad de escenas emergentes. A todas estas complejidades afectando a los más frágiles dentro de la industria se agrega el crecimiento que experimentan los festivales y la entrada de mercados de más altos ingresos (Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, por ejemplo), que contribuyen a normalizar fees cada vez más altos. 

Si el público tiene una queja atendible, y a la vez prácticamente inabordable, es en relación al aumento en el precio de los tickets. Aunque muchos promotores absorben parte de los costos para no perder a su gente, la mayoría se ve forzada a subir sus precios. Recordemos que los bookings se fijan en dólares o euros y el cambió va en desmedro de los países con monedas más débiles, como es el caso de Chile.

Ninguna industria es inmune a las presiones económicas globales ni puede renunciar a la búsqueda de ganancias; son las reglas del capitalismo. Pero la cultura de la música dance y los clubes se funda en un espíritu orientado a la figura de una comunidad. "Se suponía que la industria de la música techno y house era clandestina, pero creo que ya no es así: corre el riesgo de convertirse en el nuevo EDM, basado en la gratificación instantánea", decía Miguel Lega, fundador y director creativo de la agencia AMB de Bogotá y The Hindie Corporation a Resident Advisor. "Pero realmente no culpo a la industria por seguir este camino. Al final del día, tenemos que comer".

Nico Castro -la mitad del dúo de djs Aeróbica y de la producción de las fiestas Paraíso- hace una distinción importante: “La conversación en Europa es festivales versus clubes, de qué manera  la abundancia de festivales con grandes headliners está comiéndose al ecosistema de clubes, del riesgo que corren de desaparecer. Esa discusión no aplica en Latinoamérica porque acá los clubes ya están prácticamente desaparecidos, sobre todo los del underground. La dicotomía que se da en Chile es festivales versus fiestas itinerantes. Fiestas que ocurren en la medida de lo posible, como todo en América latina, porque hay una escasez de espacios increíble, con costos altísimos después de la pandemia. Nosotros hemos sufrido no solo el alza de los bookings internacionales, también el alza del costo de hacer una fiesta. Buscar el espacio, ocuparlo, establecer vínculos con la persona a cargo; ya ni siquiera por un asunto de plata, sino de que te lo quieran arrendar. Porque existe una demonización de las fiestas, de la música electrónica en general, da lo mismo estilo. Todo lo que sea fiesta, noche, asociado a la música electrónica tiene un demonio arriba que aún no podemos sacudirnos de la dictadura”. 

Más allá de las problemáticas operacionales internas de cada una, el circuito de las fiestas itinerantes se ve relativamente saludable. Instancias como Recreo, Dame y Paraíso, por nombrar a los que traen más artistas de otras latitudes, sobrevivieron a la pandemia y ha sido en gran medida gracias a su capacidad de proyectar una identidad definida y propiciar una comunidad en torno a ella. Un grado de diferenciación que no impide que compartan público con frecuencia.

Una fórmula empleada en más de una caso, la que adoptó Paraíso, es establecer alianzas con artistas y colectivos de Latinoamérica: “Tratamos de hacer la fiesta desde todos los ángulos lo más atractiva posible para nuestra comunidad, para que vengan independiente de quien toca, para que crean en la fiesta en sí. Cuando traemos a un artista de Brasil, de Argentina, Colombia o Perú, estamos diciendo a nuestro público que esperamos que confíe en nuestra curatoría porque pertenecen a comunidades con sonidos y valores afines en otros países. Se genera este intercambio sumamente positivo y hemos visto con artistas que han venido más de una vez que van armando su público acá; pasa lo mismo allá cuando ellos nos invitan de vuelta. No es una forma nueva, pero hemos encontrado que es muy bonita para nosotros, contribuimos a fortalecer estos lazos en la región, a que se mire a sí misma”.

El proceso por el cual lo que hoy es underground será mainstream mañana es para papers y tesis. Baste apuntar al hecho de que grupos reducidos, con intensiones artísticas, sin el rédito como prioridad, son mejores sustratos para la experimentación; de ahí la importancia de estos espacios para el surgimiento de vanguardias. Pero cuando un evento además se alinea explicitamente con las disidencias sexuales debe asumir dificultades para contar con marcas y auspicios, tomar el camino de la autogestión y autofinanciamiento. 

Lo ha constatado a lo largo de sus cinco años de vida la producción de DAME: “Frente a esto, tener artistas extranjeros dentro de la fiesta es de una complejidad mayor. En el caso particular de nuestro equipo, hemos tenido proyectos más pequeños que sencillamente no siguieron con el tiempo. La autogestión es difícil, más cuando post pandemia todos los fees de artistas subieron. A esto agregar que el coste de producción general y arriendo de locales también se elevó. Si bien, siempre estuvimos muy alineados con la colaboración, es ahora donde tiene un peso fundamental para desarrollar las experiencias más grandes”. 

DAME se reconoce afortunada de contar con una residencia en Teatro Caupolicán, cuya capacidad permite mantener un valor accesible en los tickets de ingreso. Para ellos esa condición también responde a un trabajo colaborativo entre productor y locatario. “Pensamos que la industria nacional y particularmente los y las artistas deben ser remunerados acordemente con el trabajo que están desarrollando; esto incluye a djs, músicos, goges, artistas visuales, etc. Buscando el mejor trato económico para ellos en cada edición vamos variando en la cantidad de artistas invitados. Hay que manejar el tema con gran sensibilidad y, para no incrementar los valores, debemos quitar presupuestos de otras áreas y manejar según la edición los line-up finales”. 

Los creadores de DAME no necesariamente ven a los grandes festivales, su masividad y diversidad como amenazas: “No creo esto afecte la concurrencia a los eventos que cuenten con públicos de nicho y con identidades definidas. Sencillamente porque las fiestas se realizan cada cierto tiempo, con meses o semanas de separación. Ahora bien, sí puede tener consecuencias negativas para los pocos clubes que van quedando y que deben armar su contenido semanalmente”. 

Si hay nociones que todos quienes hablaron con nosotros -y probablemente todos los participantes de la industria en Chile- comparten, estas son: "accesible" es un límite muy difícil de definir, no significa lo mismo para todos, y se hace lo posible para que el público no se vea afectado. 

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Creado el

July 17, 2023