No es frecuente, pero ocurre y tiene un nombre. A veces durante el verano italiano, mientras la gente está en las playas tomando el sol, disfrutando como parece obligación en Italia, repentinamente el cielo se cubre y baja la temperatura. Antes de que nadie pueda recoger sus cosas y buscar refugio, la tormenta se ha desatado; lluvia, truenos y a veces incluso granizo que caen por un par de horas. Ese viento que sopla desde el nordeste de Europa, desde regiones como Siberia, se conoce como la Buriana; su carácter sorpresivo y breve, de pausa en el medio de la cotidianidad, sirvieron como inspiración para un restaurante recientemente abierto en Alonso de Cordova. 

Francesco Vannucci, empresario gastronómico detrás de este proyecto y de los exitosos Brunapoli, encontró el primer correo en que mencionaba a Buriana e invitaba a un potencial socio: está fechado en 2016. El tiempo que pasó pensando cada detalle se nota desde la decoración e iluminación (ámbitos en los que contó con asesorías de Enrique Concha, Matías Honorato y Paulina Villalobos); pasando por cada luminaria y utensilio; pero realmente resalta en las experiencias que invita la carta.

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Las hojas a la derecha del menú son “Un Giorno di Sole”, las preparaciones más clásicas de la cocina italiana, respetando la autenticidad de recetas como Linguine alla Puttanesca o Pici Cacio e Pepe. A la izquierda, en la contraportada, encontramos “E’ Arrivata la Buriana”: “Aquí está la innovación y creatividad, los años de pandemia pensando en qué hacer de una manera diferente sin ser fusión. Son platos que trajo el viento desde fuera de Italia, un Dim Sum con salsa carbonara,  gyozas rellena de osobuco a la milanesa o una French Toast de ternera y salsa Tonnata”, explica Francesco Vannucci.

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La carta de coctelería invita también a un juego, en este caso con la rosa de los vientos, asociando los destilados con los puntos cardinales que se les atribuye como origen. A la experimentada barwoman María José Olivas se le encargó crear esta carta que incluye los tragos más clásicos e introduce preparaciones de autor que permiten a cada licor expresarse con sus sabores y particularidades. 

Vannucci llegó a Chile por primera vez en 2012, atraído por la industria del vino y detectó la oportunidad de presentarnos con una mejor versión de pizza, la napolitana. Sabía que para eso necesitaba el apoyo del mejor pizziolo a sus alcance y logró convencer de venir al mejor que probó en Dubai, donde había vivido hasta entonces. Para el proyecto de Buriana logró convencer Stefano Ligori, un destacado chef italiano que durante las últimas dos décadas ha perfeccionado sus habilidades en los mercados más exigentes del mundo, como la Brughiera en Italia, Sicilia Restaurante en Dubai y Lido Complex en el Mandarin de Bermudas. 

Vanucci recuerda que al principio temió que Ligori no se interesara, que esa mezcla con los sabores de fuera de Italia que trae la buriana le pareciera un sacrilegio. Pero la idea no solo fascinó al chef como para traducirla en pequeños platos para compartir, al público parece gustarle tanto que muchos se quedan la buriana y no pasan al Giorno di Sole. 

“La Buriana pasa en unas horas y el sol vuelve como si nada hubiera pasado. Quizás un día completo de tormenta es demasiado. Por otro lado, un día completo de sol puede ser aburrido. Mi recomendación es disfrutar con estos platos para picar con cocteles y después pasar a una pata, una carne o un pescado”, dice el creador de esta experiencia.