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La obsesión por las estructuras temporales

Un fugaz museo de papel construido en el pueblo de Skoghall, Suecia, para ser quemado tres días después frente a todos sus habitantes, es una de las inspiraciones de quienes experimentan con estructuras temporales. ¿Qué esperan cuando ejecutan este tipo de obras? A propósito de la Bienal de Arquitectura y Urbanismo y su inflable en la Plaza Bulnes buscamos experiencias previas de este tipo de instalaciones en Chile para saber qué había motivado su creación.

Una de las cosas que llamó la atención de la XXII Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile fue la estructura inflable que instalaron en plena Plaza Bulnes, como parte de las intervenciones que hicieron en el entorno del Palacio de La Moneda. La vistosa carpa plateada, desarrollada por los arquitectos Smiljan Radic y Nicolás Schmidt, se diseñó como un auditorio temporal buscando aportar al diálogo sobre la recuperación de los espacios públicos que promovió la Bienal.

Aunque no fue la primera vez que este evento salió a la calle -ya lo había hecho el 2019 cuando se desplegó por todo el Barrio Franklin como una Feria Libre de Arquitectura-, después del estallido social y la pandemia esta ubicación cobra un nuevo significado. Pese a que algunos han llamado a la estructura “guatero espacial” o “humita galáctica”, la presencia de un inflable de 30 metros de largo por 20 de ancho generó discusión.

Al parecer estas estructuras albergan tantas posibilidades de percepción y uso como espectadores. De ahí que cada uno lo denomine como lo que ve o se imagina que una instalación de este tipo es. Y quizá esa es la gracia. Como dice el arquitecto Cristian Lecaros del Colectivo Melancolía “pasa algo similar a lo que pasa con las ruinas (...) yo siento que cuando tú no puedes definir algo tan bien lo terminas de completar en tu cabeza y pasa a ser más tuyo”.

 

Colectivo Melancolía: una burbuja en el espacio público en plena pandemia

Unos años antes Cristian Lecaros se había obsesionado con las estructuras temporales mientras realizaba su proyecto de título. Comenzó ubicando andamios en sitios eriazos, observando el impacto que las instalaciones tenían para analizar el límite entre lo público y lo privado.

El 2019 creó el Colectivo Melancolía con Martín Correa y Jorge Ríos. Fascinados por la potencia del concepto de temporalidad, se denominaron así buscando trabajar en torno al pasado para generar propuestas futuras. Se inspiraron en la historia del museo temporal sueco de Skoghall -el que Alfredo Jaar construyó y luego quemó frente a los habitantes del pueblo, quienes años más tarde se organizaron para construir un espacio cultural permanente-; los Ant Farm, arquitectos de fines de los 60' que desarrollaron estructuras inflables para proclamar un estilo de vida nómade y comunitario; y Haus Rucker & Co, equipo vienés que experimentó con estructuras diversas para ampliar la experiencia sensorial y alertar sobre temáticas ambientales.

En colectivo, el proyecto inicial evolucionó hasta convertirse en un inflable que ubicarían en distintos lugares. La idea fue concebida antes del 18-O y el Coronavirus, pero estaba terminada cuando empezaron los confinamientos. “Fue un momento histórico para hacerlo. Nos calzó con esto del aislamiento y los contagios. De pronto, la cápsula era una especie de representación de todo lo que estábamos viviendo”, señala Lecaros.

La estructura medía algo más de tres metros de largo y tenía un diámetro de dos metros diez. La construyeron con dos rollos de PVC unidos al centro y dos tapas por las que entraba y salía el aire. Se instalaron por primera vez en la ribera del Mapocho. Cristian tocaba música dentro de la cápsula, iluminado, “fue bastante increíble la experiencia, un montón de gente bajaba a la arena y nos preguntaba qué era”, relata. Luego, se ubicaron en el MAC de Quinta Normal llenando la burbuja de humo.

Desde entonces, el impacto en el espacio público fue total, especialmente cuando las instalaciones se hacían sin aviso, permitiendo que cualquiera que fuera pasando se acercara. Les llegaron invitaciones desde Centro Nave y Galería AFA del Barrio Franklin. También iniciaron una serie de colaboraciones, como la lectura abierta de poesía chilena que organizaron con Octavio y Andrea Gana de DelightLab, para conmemorar el fin del toque de queda y que denominaron “557” por los días de encierro.

Los plásticos impermanentes de Victoria Santos

La arquitecta Victoria Santos también se ha sumergido en el mundo de las estructuras inflables y temporales. Desde hace un año y medio se denomina “La impermanencia”, proyecto desde el que desarrolla una serie de impermanentes, obras inspiradas en su reflexión sobre la relación entre arquitectura y basura.

Pensando en por qué consideramos basura a ciertos elementos del mundo que nos rodea y preguntándose cómo pueden resignificarse para dejar de ser residuos, llegó al plástico, “me enamoré del plástico. Lo empecé a trenzar, a planchar, a moldear”, indica. Su primera experimentación fue en plena pandemia. Infló un espacio donde cabía solo ella, pensando en maneras de acceder a otro sin contagiar, sin contaminar. Era un cilindro de dos por un metro que llamó Dispositivo Personal de Baile en Tiempos Pandémicos.

El corazón para el músico Joakino desarrollado por "La Impermanencia".

Esta obsesión por el plástico se mezcló con su fascinación por el aire, “el aire no tiene estabilidad, duración, límites, no se queda en ningún lugar (...) Lo que yo hago es contener aire”. Así proyecta, imagina, analiza los cambios de luz, de temperaturas y los movimientos de la interacción entre ambos elementos. Sus creaciones, que están entre la instalación, la obra de arte y la arquitectura, también modifican el espacio público y a las personas que se vinculan con ellas. “Me ha pasado muchísimo como de contar lo que hago, me dicen 'no entiendo', pero al momento de verlo cambian lo que sienten, se ve que entran en un mundo muy distinto”, dice.

Así se ha inspirado para trabajar en distintos escenarios, colaborando con videoclips del músico Joakino, del realizador Felipe Prado, y de la cantante De Lein. Además, ha trabajado con el grafitero Alexander Azúkar, con quien desarrolló “Somos infinitos”, instalando un inflable en forma de anillo alrededor de la escultura que está frente al MAC de Santiago. También colaboró con la compañía de Teatro Poiesis y ha expuesto en diversas galerías de arte. “Al final todo esto habla mucho sobre arquitectura, pero también sobre reciclaje y los procesos productivos. Ese es uno de los grandes cuestionamientos que tiene la impermanencia”, concluye Victoria.

No sabemos si el inflable que vimos durante una semana frente a La Moneda transformó de alguna manera a quienes transitaron por allí, lo vieron desde la micro o se encontraron con él a la salida del metro. No todos entendieron de qué se trataba o se atrevieron a entrar en él para acercarse a los arquitectos que allí se reunieron. Pero sí sabemos que esta carpa, temporal e impermanente, nos hizo detenernos y reflexionar sobre la vulnerabilidad del habitar actual, por adhesión u oposición a esta estructura que ahora desapareció, dejándonos sin embargo repletos de preguntas.  

Obra de "La Impermanencia" para el videoclip de Felipe Prado.
Obra de "La Impermanencia" para videoclip Eclipse de De Lein.
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Creado el

January 23, 2023