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Los Angeles: un nuevo escenario

La batalla industrial e intelectual que enfrenta a California y Nueva York como polos de desarrollo económico ha tenido a la moda desde la era dorada de Hollywood en una constante tensión. Dos maneras de pensar y dos cosmovisiones del glamour conviven en un sistema que ha hecho de Los Angeles una renaciente metrópolis internacional de la moda.

No existe ninguna duda sobre la hegemonía cultural y económica que existe en torno a las cuatro principales capitales de la moda. Nueva York, Londres, Milán y París encierran en sí mismas no solo lo más selecto de los nombres que podemos encontrar en la industria de la moda, sino también -como las fibras que componen un cable- un tejido historiográfico que entrelaza la visualidad de estas ciudades, y que va construyendo el devenir de la moda como un documento histórico vivo y representativo de un tiempo determinado.

A pesar de los esfuerzos que han hecho ciudades sudamericanas como Sao Paulo, Buenos Aires y Medellín por integrarse a la primera línea de la moda desde este lado del planeta, el factor europeizante de la industria tiene al debe la integración total del continente, dejando a Nueva York como el único representante por excelencia de todas las sensibilidades creativas de América debido a su infraestructura académica, industrial e institucional. Gracias a fenómenos recientes como el movimiento Black Lives Matter, que ha logrado poner en discusión la inclusión de talentos afroamericanos dentro de la esfera neoyorkina, la Gran Manzana ha podido mantener su importancia y preponderancia dentro de la industria, mientras que Los Angeles ha dado un giro hacia una especie de ciudad-showroom a la que marcas europeas como Celine, Louis Vuitton, Saint Laurent, Moschino, Balenciaga, Jean-Paul Gaultier, Vetements, Dior, entre otras, han aterrizado con shows especialmente orientados a audiencias del ecosistema hollywoodense.

Este verdadero boom de desfiles y eventos ha logrado cimentar las bases para la aparición de una escena de diseño local, en la que marcas como Phlemuns, Oyster y No Sesso están apareciendo en el mapa como el punto de partida para mirar a Los Angeles, California, con otros ojos. La Costa Este no solo es la tierra de la banalidad y la búsqueda de la fama, sino también hay un lugar en donde la moda tiene sus propios códigos multiculturales en donde diferentes expresiones latinas son parte de un proceso de sincretismo frente al epicentro de la cultura pop y del entretenimiento. Este acercamiento ha sido absorbido por Next Entertainment, productora de la New York Fashion Week que durante octubre de este año estuvo tutelando y relanzando Los Angeles Fashion Week como un evento de factura internacional que tiene todos los ingredientes de la industria como para ser incluido en su calendario. De esta manera, el efecto del llamado see-now-buy-now surgido en Nueva York podría llevar a Los Angeles una importante ventaja al extender sus posibilidades de que lo que muestran estas pasarelas pueda ser visto durante la temporada de premiaciones (que comienza en enero). El factor de disponibilidad local con la disminución en los tiempos de ajustes de la ropa y una relación cercana con quienes intervienen en los procesos de construcción de estilo en las celebridades (personal shoppers, estilistas, directores de arte), hace de Los Angeles un núcleo en el que la moda adquiere su rasgo más comercial, al ser vecina de Hollywood y estar a pasos de los clósets de las celebridades clave para inmortalizar el sistema de la moda y sus finalidades creativas en looks icónicos, ceremonias de relevancia global y arquitecturas de la imagen en el cine y la música para la posteridad.

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Creado el

December 28, 2022