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Turismo de naturaleza: una oportunidad de nuevo modelo de desarrollo

Frente a las grandes crisis ambientales, la enorme presión al sistema de salud producto de la pandemia y las demandas sociales surgidas en octubre de 2019, en muchos conversatorios ha surgido una crítica reiterada al modelo de desarrollo actual. Se coincide en ciertos diagnósticos, sin embargo, no se vislumbran propuestas claras de cómo hacer un cambio de modelo.

Chile depende fuertemente de la extracción de recursos naturales. La minería, la extracción forestal y la pesca aparecen como los grandes sustentos de la nación. Sin embargo, hay también otra posibilidad que muy pocos ven, o tal vez no quieren ver. Cinco veces consecutivas nuestro país ha ganado el premio al “Mejor Destino Sudamericano de Naturaleza”, otorgado por los World Travel Awards, y si bien estamos en medio de una gran crisis que afecta fuertemente al turismo, en algún momento podremos volver a viajar y las ganas de visitar Chile revivirán con fuerza. Según las predicciones de la revista The Economist, el turismo post covid regresará fortalecido. Es precisamente aquí donde tenemos una alternativa sostenible, participativa y variada de crecimiento. 

Contamos con un país precioso, con una naturaleza de clase mundial. Si otros tienen mar Caribe, nosotros tenemos espectaculares bosques, montañas sobrecogedoras, desiertos, glaciares, volcanes, lagos y una Patagonia que invita a soñar. Son pocos los países con tantas bellezas naturales y de relativamente fácil acceso. 

El turismo fue una industria en alza hasta la declaración de pandemia, llegando a representar un 9% del PIB en 2017 considerando los aportes indirectos. Entre 2008 y 2015 el aumento de llegadas de turistas internacionales al país se incrementó en un 65,6%, y sólo entre 2014 y 2015 creció un 21%, superando la llegada de 6 millones de turistas el año 2017. Desde una mirada nacional, un 57% de las chilenas y chilenos que residen en el país realizan al menos un viaje dentro de Chile, privilegiando zonas turísticas cercanas a su residencia. Así como Chile hizo una apuesta por ser un país forestal o por desarrollar la salmonicultura en los 80’, también puede apostar, y con fuerza, por ser un país turístico basado en su naturaleza, cultura y sus áreas protegidas.   

Nueva Zelanda tiene el 30% de su territorio como área protegida y su primer ingreso de divisas es el turismo. Tanzania tiene un 25% de su territorio en parques nacionales y también el turismo es su primer ingreso de divisas. ¿Qué pasa en Chile? tenemos más del 20% del territorio bajo alguna figura de protección del Estado, sin embargo las áreas protegidas se encuentran lejos de las zonas más pobladas. Entre Coquimbo y Biobío, donde viven tres cuartas partes de la población, tan sólo el 1,5% del territorio es área protegida y escasean los grandes parques. Esto implica dos cosas: por una parte,  para la mayoría de los chilenos la naturaleza es de difícil acceso; y, por otra, que  sin grandes parques no hay experiencias y desafíos interesantes para el turismo receptivo (internacional) cercano a las mejores áreas de servicios. 

Un turista europeo viaja a Chile a conocer Torres del Paine porque tiene una oferta de aventuras de una semana o 15 días. El desarrollo de nuestras áreas protegidas, bastante abandonadas y con un presupuesto de 279 pesos por hectárea para el 2021, debe ser pensado no solo en la conservación de su flora y fauna y en su rol fundamental como parte de la adaptación y mitigación del calentamiento global, sino también en las posibilidades que entregan de un desarrollo económico vinculado al turismo sustentable de naturaleza. 

El turismo sustentable crea identidad y vínculo con el territorio, fortalece la economía local, fomenta la conservación y pone como protagonistas del territorio a las comunidades locales, sus historias e identidad. Nos hace conscientes del lugar que habitamos y permite la participación de muchos actores sociales, no solo de una empresa privada. El 97% de las empresas de turismo son Pymes o Micropymes (Corfo 2013). En turismo trabaja desde quien vende pan amasado, arrienda caballos o tiene cabañas, hasta grandes empresas hoteleras y de transporte. El turismo fomenta el desarrollo de un país más bonito, con más áreas protegidas y con más naturaleza, donde todos puedan tener una mejor calidad de vida. 

La propuesta, entonces, es pensar en áreas protegidas y desarrollos turísticos que inviten a estar varios días en una zona y, por otro lado, incorporar a las comunidades portal o aledañas a la estrategia de desarrollo sustentable de estas áreas protegidas.

En este contexto, el llamado que hace la campaña ciudadana Queremos Parque al gobierno, para proteger los valles de los ríos Colorado y Olivares creando un gran área protegida de 142.000 hectáreas, las que hoy son tierras públicas abandonadas o reservadas para la minería, es una enorme oportunidad. El 62% de estos territorios tienen concesiones mineras en ejercicio o solicitadas, y la amenaza de explotación es inminente. 

Crear este gran parque, al lado de Santiago, es una gran oportunidad de negocios en un territorio sobrecogedor, que permitiría que muchos chilenos que hoy no tienen ninguna oportunidad de ir a Torres del Paine, por ejemplo, tengan una experiencia similar a tan solo 60 kilómetros de la capital. 

Queremos Parque es democratizar el acceso a la naturaleza, es dar un importante impulso a Santiago como la capital mundial del turismo de montaña y que Chile avance hacia un nuevo modelo de desarrollo, donde sea el turismo sustentable de naturaleza el mayor ingreso de divisas para el país.  

Si otros pueden nosotros también, Queremos Parque. 

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Creado el

November 18, 2022