
Vasos con historia: el giro cultural que está transformando la sustentabilidad en los festivales
De la conciencia ambiental al hábito colectivo: los vasos reutilizables dejan de ser una novedad para convertirse en un nuevo símbolo de responsabilidad compartida en eventos masivos.
Durante años, el reciclaje fue el pilar de las estrategias verdes en conciertos y festivales. Sin embargo, en medio de una crisis ambiental cada vez más urgente, una nueva lógica comienza a imponerse en escenarios de Europa, Estados Unidos y, de forma incipiente, en Latinoamérica: la reutilización como estándar.
Los eventos en vivo son verdaderas máquinas de generación de residuos. Solo en Estados Unidos, un recinto promedio que realiza 300 shows anuales puede llegar a desechar más de 5 millones de vasos plásticos de un solo uso, lo que equivale a más de 60 toneladas de basura, según datos de la organización Upstream. Y aunque el reciclaje intentó contener este impacto, su alcance no ha sido suficiente. El problema no es solo el material, sino la cultura del descarte.
En este contexto, empresas como r.World están impulsando una transformación silenciosa pero potente. Su propuesta: vasos reutilizables de polipropileno que pueden lavarse y volver a usarse hasta 300 veces. El truco está en el diseño: vasos simples, funcionales y con un mensaje claro impreso (“¡Por favor, devuélveme! ¡Soy reutilizable!”), que desalientan su robo como souvenir y promueven una cultura de retorno.
En lugares como el Merriweather Post Pavilion en Maryland, esta medida redujo los residuos a la mitad. El crecimiento ha sido exponencial. En palabras de su fundador, Michael Martin: “En 2021 lavamos 100 mil unidades. En 2024, 7,5 millones. Este año esperamos superar los 12 millones.”
Entre el fracaso del depósito y el éxito cultural
A pesar de los esfuerzos, no todos los países han logrado el mismo nivel de eficiencia. En Estados Unidos, los sistemas de depósito han fallado cuando el público decide quedarse con los vasos, mientras que en Europa, donde la conciencia ambiental está más arraigada, la devolución y reutilización son parte de la norma.
Este contraste demuestra que más allá de la logística, el cambio es cultural. No se trata solo de ofrecer una alternativa, sino de educar al público para que entienda el valor colectivo de devolver antes que poseer.
Chile: la urgencia de dar el salto
Con un consumo anual cercano a las 990 mil toneladas de plástico y una tasa de reciclaje inferior al 9%, Chile enfrenta una tarea pendiente. En este escenario, la reutilización no es una moda, sino una necesidad. Eventos masivos como festivales o ferias tienen la oportunidad (y la responsabilidad) de convertirse en vitrinas para este cambio de paradigma.
El caso de los Juegos Olímpicos de París 2024, donde se usaron más de 20 millones de vasos reutilizables, es un ejemplo concreto de hacia dónde debiesen orientarse las políticas públicas y privadas. La organización Upstream incluso propone institucionalizar esta práctica como una cuarta vía de gestión de residuos, sumándose al reciclaje, compost y basura.
Cambiar la cultura del consumo masivo en eventos no será fácil, pero es posible. Como dijo Donna Westmoreland, directora de operaciones de IMP:
“No puedes decir que eres un evento ecológico si estás lleno de plásticos de un solo uso. La coherencia es clave.”
Y tal vez esa coherencia comience por un simple vaso, marcado no con un logo, sino con una historia. Una historia que no termina en la basura, sino que vuelve, se lava y se repite. Como los buenos festivales. Como las buenas decisiones.
August 6, 2025